Quizás muchos hayan notado similitudes en las impresionantes obras arquitectónicas conservadas en diferentes partes del mundo, a menudo, bastante distantes entre sí. Creadas en el mismo estilo, sorprenden con su belleza, tamaño extraordinario y siguen siendo un capítulo fascinante en la historia de la arquitectura. Algunos de estos edificios están adaptados para instituciones modernas, sin embargo, un hombre se pierde entre sus enormes paredes, arcos y puertas de tamaño gigante.
Uno de los muchos ejemplos es la posición del cerrojo superior de la puerta de la Catedral de Córdoba, Argentina. Está ubicado en el nivel tan alto que es imposible alcanzarlo sin medios auxiliares.
La inmensidad se siente especialmente en la ciudad de Buenos Aires. El enorme tamaño de las obras arquitectónicas situadas en el centro histórico de la ciudad captura nuestra imaginación. Un ejemplo entre muchos es la casa central del Banco de la Nación Argentina.
Incluso los árboles sorprenden por su gran tamaño. Sus raíces son enormes y las ramas son del tamaño de un tronco.
Una de las ciudades más bellas del mundo, San Petersburgo, también se distingue por su grandeza y enormidad. La escritora estadounidense Edna Dean Proctor, visitó la ciudad en 1867 y escribió particularmente bien sobre su grandeza en su libro A Russian Journey*.
“… Tan pronto como un sol espléndido asomó entre las nubes, una ciudad brillante, deslumbrante y mágica surgió de las olas sombrías. Nos sorprendió la combinación de la escasez de la naturaleza y el esplendor del arte arquitectónico… Tan pronto como pisamos el muelle, nos dimos cuenta de que estábamos en la capital de los Zares…
¿Cómo es San Petersburgo hoy en día? Las calles anchas y bien formadas, enormes plazas delineadas por líneas rectas de magníficos edificios que impresionan con su tamaño colosal y adornos lujosos… San Petersburgo es el triunfo más sobresaliente del espíritu humano sobre los obstáculos del mundo material manifestado en los últimos siglos… La ciudad es enorme, asombrosa, es más la posesión de los Titanes que de las Gracias…”
De hecho, uno de los lugares emblemáticos de San Petersburgo son los Atlantes del Hermitage, los Titanes llamados para sostener el cielo sobre sus hombros. Son diez estatuas monolíticas hechas de granito gris de Serdobol. Esta composición escultórica es única en el mundo por su belleza y tecnología.
A pesar de las pruebas extremadamente difíciles por las cuales pasaron la ciudad y sus habitantes en el siglo XX, San Petersburgo ha sido capaz de mantener su magnífica apariencia. Es importante destacar que la ciudad sobrevivió al bloqueo de 872 días durante la Segunda Guerra Mundial.
Lamentablemente, muchas de las ciudades del mundo han perdido su esplendor arquitectónico. Las casas centenarias más bellas que podrían servir a varias generaciones están abandonadas, no se utilizan más o son reemplazadas por edificios modernos sin pretensiones.
Hoy en día, muchos museos del mundo exhiben grabados que representan varias ciudades como alguna vez se veían. Uno involuntariamente nota curiosidad y tristeza en los rostros de las personas examinando la antigua belleza de sus ciudades.
Nikolái Gógol, el famoso dramaturgo de Rusia, una vez señaló: “La arquitectura es una crónica del mundo: habla cuando las canciones y las leyendas están en silencio, cuando ya nadie habla de un pueblo desaparecido”.
Es posible que la distorsión de la apariencia arquitectónica de las ciudades sea una manera de distorsionar “la crónica del mundo”.
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*Edna Dean Proctor, A Russian journey (1872)