La novela Manon Lescaut se publicó por primera vez en 1731. Los eventos descritos por el Abate Prevost se llevan a cabo en la primera mitad del siglo XVIII. “En aquellos tiempos, empezaban a embarcar a gente sin oficio ni beneficio hacia el Misisipí”, nota el autor. Entre ellos, Manon Lescaut iba a ser enviada a una colonia penal en Luisiana. El caballero Des Grieux que la sigue, lamenta amargamente su destino: “Me imaginaba viviendo con ella en una región árida y habitada por salvajes.” Luego se corrige rápidamente haciendo una observación interesante sobre los “salvajes”: “Estoy seguro, pensaba, de que no los habrá tan crueles como G… M… y su padre. Al menos nos dejarán vivir en paz. Si las relaciones que establecen son fieles, siguen las leyes de la naturaleza. No conocen ni la violencia de la avaricia que posee G… M…, ni las ideas fantasiosas sobre el honor que me han enemistado con mi padre. No vendrán a molestar a dos amantes que verán vivir con la misma sencillez que ellos”.
Uno de los grabados que observamos en el museo histórico de la capital de Uruguay (Museo Histórico Cabildo de Montevideo) se titula precisamente Salvaje de Montevideo (Sauvage de Montevideo). Justo encima de esta inscripción, hay otra: Vestimenta de un indio de Montevideo en Sudamérica en 1764. Es difícil decir qué es lo que tenía de salvaje la apariencia de ese hombre, tal como lo documenta Dom Pernety, cuyo nombre aparece en la placa junto al grabado. Precisamente “Los Salvajes” era como Pernety llamaba a todos los indígenas de América del Norte y de América del Sur.
A diferencia del Abate Prevost, quien solo recolectaba materiales de viaje y los publicaba bajo su nombre en su enciclopedia, Dom Pernety fue miembro de la expedición científica de Bougainville a las islas Malvinas (Pacífico Sur) que tuvo lugar entre 1763 y 1764*. Pernety escribió un libro sobre su viaje titulado Historia de un viaje a las Islas Malvinas**.
En este libro, además del Salvaje de Montevideo, hay otro grabado muy interesante que pudimos ver en el Museo Histórico Nacional de Buenos Aires (Argentina). También con fecha de 1764, se titula Hábitos de la Patagoniansin – Patagón.
La siguiente información se encuentra justo debajo del grabado:
Aunque el Museo Histórico Nacional de Buenos Aires atribuye la altura gigantesca de los patagones a la imaginación de los europeos, pudimos encontrar información distinta en el libro de Dom Pernety. Al describir sus numerosos encuentros con los habitantes de la Patagonia, él nota lo siguiente:
“Como presente, les ofrecimos algunas libras de esa tintura roja que nosotros llamamos bermellón y unos gorros de lana roja, pero ninguno se lo pudo poner, aunque eran muy grandes para cabezas de tamaño común, eran muy chicos para ellos (…) Después de haber examinado a los patagones con detenimiento encontraron que eran muy altos. El más bajo tenía una altura de al menos cinco pies y siete pulgadas (medida francesa = 185cm) y su corpulencia es aún mayor, lo que hacía que su talla pareciera menos gigantesca.”
En el Museo Histórico de la Universidad Nacional de Córdoba (Argentina) se encuentra un grabado que presenta a una mujer residente de la Patagonia de estatura increíblemente alta. La siguiente explicación se encuentra debajo del grabado con fecha de 1784:
“Año 1784 – Mujer y niño de la Patagonia en América del Sur, recibiendo perlas del comodoro (ahora almirante) Byron, cuyos valiosos descubrimientos en su célebre viaje alrededor del mundo (así como todos los otros descubrimientos modernos de los hemisferios sur y norte) se insertarán en este trabajo.”
Se refiere a una de las publicaciones sobre la circunnavegación del mundo de John Byron ***, que contiene una descripción de personas de estatura gigantesca, incluidas las mujeres:
“Las mujeres, cuyas grandes, y varoniles facciones eran muy correspondientes a la enorme talla de sus cuerpos (…) Los de mediano porte, nos pareció, que tendrían como ocho pies (medida francesa = 2m 60cm), y los mayores nueve (medida francesa = más de 2m 90cm), y algo más. Es verdad que no los medimos con regla alguna fixa; pero tenemos motivos para persuadirnos de que más bien hemos disminuido, que exagerado su altura (…) Después de havernos dado varias muestras recíprocas de amistad, les repartió el Comandante (Byron) con gran desembarazo, algunas sartas de cuentas, cintas y otras bujerías (…) y para ejecutarlo con más facilidad, los hizo sentar en el suelo (…) Su estatura era tan extraordinaria, que aún sentados así, venían a ser casi tan altos como el Comandante en pie.”
Es interesante notar que si Dom Pernety llama a los indígenas salvajes, ni John Byron ni Louis Antoine Bougainville usaron tales palabras en relación con los nativos.
Philibert Commerson, un conocido naturalista francés, otro participante en la circunnavegación del mundo 1766-1769 dirigida por Bougainville, habló de los indígenas con especial entusiasmo. Era particularmente aficionado a los habitantes de la isla de Tahití:
“Nacidos bajo el cielo más hermoso, alimentados por el fruto de una tierra inmensamente rica y fértil, a pesar de no ser cultivada, gobernados por padres de familias en lugar de reyes, no conocen a otro Dios que el Amor”.****
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*Esta expedición a las Islas Malvinas se realizó dos años antes de la famosa circunnavegación del globo 1766-1769
**Journal historique d’un voyage fait aux îles Malouines en 1763 et 1764 pour les reconnaître et y former un établissement et de deux voyages au détroit de Magellan avec une relation sur les Patagons (2 volumes, 1769)
***John Byron (1723-1789), almirante británico, abuelo del famoso poeta George Byron. Entre 1764 y 1766, Byron completó una exitosa circunnavegación del mundo como capitán de Dolphin, descrito en el libro Viaje del Comandante Byron alrededor del mundo
**** Le journal de Philibert Commerson (extrait du texte publié dans le Mercure de France, novembre 1769)